Muchas personas tienen dificultades a la hora de
relacionarse con otras. Especialmente cuando se trata de expresar emociones de
forma apropiada, rechazar peticiones de los demás y pedir información o ayuda.
Estas dificultades pueden condicionar nuestras relaciones
sociales, conduciendo, a menudo a ansiedad social, sentimientos de inutilidad,
autolimitación o evitación de situaciones, relaciones interpersonales tóxicas y
en algunos casos depresión y ansiedad clínica.
Sin embargo no todas las personas que quieren mejorar sus
habilidades sociales responden a las dificultades anteriormente descritas y
simplemente quieren saber cómo relacionarse mejor y de forma práctica con su
entorno (por ejemplo en una exposición en público o en una entrevista de
trabajo). Para todos ellos es muy útil tanto el
coaching grupal como el
individual de
entrenamiento en habilidades sociales y asertividad.
Primeramente, intentemos entender que es ser asertivo y
tener buenas habilidades sociales. Las personas asertivas y en consecuencia con
buenas habilidades sociales son capaces de actuar de acuerdo con sus intereses
más importantes, defenderse sin ansiedad y expresarse honestamente sin negar
los derechos de los demás (Alberti y Emmons). En esta línea podemos identificar
tres tipos de personas: El pasivo, el agresivo y el asertivo.
Las personas pasivas se comunican y se relacionan con los
demás de la siguiente forma: Utilizan un tono de voz bajo, tienen poca fluidez
verbal, tartamudean, establecen poco contacto ocular. Siente inseguridad a la
hora de saber que decir o que hacer. Tienden a quejarse (a menudo internamente)
del comportamiento de los otros. Sus pensamientos suelen ser del tipo; hay que
sacrificarse, el otro es muy importante y es necesario ser aceptado y querido
por todo el mundo para ser feliz. La
persona pasiva tiene sentimientos intensos de rabia, pudiendo explotar en
determinados momentos, baja autoestima, culpabilidad e impotencia.
Respecto a la persona agresiva, utiliza un tono de voz alto,
tiene un discurso precipitado y contundente, interrumpe al otro con frecuencia,
puede utilizar amenazas e insultos y
suele pensar que hay que poner límites a los demás o sino "te toman el
pelo". Sus sentimientos respecto al otro son de irritabilidad, falta de
control e incomprensión y soledad.
Este tipo de conductas (pasiva y agresiva) pueden provocar
en los escenarios sociales bloqueo, ansiedad, conductas hostiles o
sobreadaptación (hacer lo que creemos que el otro quiere de nosotros).
La persona asertiva, por el contrario, se comunicará de
manera fluida, mantendrá la mirada pero no de forma desafiante, será capaz de
expresar emociones positivas y negativas al otro, hablará de si mismo cuando
sea necesario, reconocerá sus limitaciones y será capaz de decir "no"
y pedir ayuda y/o clarificaciones. En consecuencia tendrá una buena autoestima,
será capaz de argumentar sus opiniones y será respetuoso con las opiniones de
los demás.
Algunas de las recomendaciones para mejorar nuestras
habilidades sociales son:
- Hacer peticiones, en lugar de expresar quejas
- Hacer preguntas, no acusar al otro
- Hablar de lo que hace el otro, no de lo que es el otro
- No poner dentro del saco (no expresar la disconformidad en
ese momento y en una discusión posterior sacar el tema)
- Que exista coherencia entre los que decimos y como lo
decimos
- Ser empático
- Planificar el mensaje a trasmitir
- Expresar lo que nos gusta del otro y aceptar y agradecer los
cumplidos.
En APP, en formato de grupo o individual, trabajamos y
ponemos en práctica técnicas para mejorar las habilidades sociales y la
asertividad una vez hemos identificados los puntos débiles de cada uno de los
participantes, es decir, una vez sabemos
que situaciones concretas requieren mejorar nuestra asertividad.
Algunas de las técnicas que utilizamos son:
- Ensayo de la conducta a mejorar mediante rols playing.
- Modelado y rol fijo (búsqueda y representación de un modelo
de persona asertiva).
- Tareas para casa.
- Trabajar el autoconcepto y autoconocimiento
- Aprender y practicar nuevas formulas comunicativas.
Sin ninguna duda, mejorar nuestras habilidades sociales nos
permitirá vivir más satisfactoria y equilibradamente las relaciones con los
demás (ni con sentimientos de inferioridad, ni de superioridad) y nos
facilitará la consecución de nuestros objetivos