La psicoterapia cognitivo-conductual tiene un enfoque muy práctico y concreto hacia los problemas psicológicos. Su objetivo principal no es tanto entender por qué alguien cayó en depresión, por jemplo, sino lo de proporcionar herramientas y estrategias para gestionar y resolver los síntomas y el riesgo de recaída .
La secuencia de las sesiones incluye una primera fase de evaluación de la sintomatología,la personalidad y la situación general de la persona.
En la segunda fase, llamada de "tratamiento activo", el terapeuta guía al paciente en un proceso de aprendizaje de técnicas de comportamiento (qué hacer, qué no hacer, cómo hacerlo) y cognitiva (reconocer y cambiar una manera de pensar contraproducente).
En esta fase, el terapeuta y la persona que cooperan de forma continuada: el terapeuta introduce y enseña técnicas, explica por qué son eficaces, cómo ponerlas en práctica, cómo corregir errores de ejecución iniciales inevitables. La persona escucha, analiza, compara, toma nota de la tendencia de los síntomas, pero sobre todo trata de poner en práctica las técnicas, en la consulta del terapeuta, pero sobre todo fuera de sesión:con ejercicios diarios en su entorno para luego comentarlos resultados con el terapeuta, junto con las dificultades y éxitos.
Por lo tanto, la terapia continúa entre una sesión y otra a través de
la aplicación de las "tareas", un componente indispensable de la psicoterapia cognitivo-conductual.
El tercer y último paso es el seguimiento durante unos meses la capacidad de la persona de poner en práctica lo que ha aprendido por su cuenta, hasta el momento en el que, de acuerdo con el terapeuta, se decide que el proceso terapéutico ha finalizado.
La terapia cognitivo-conductual, por su enfoque muy práctico dirigido a solucionar el problema y por el compromiso e implicación activa que se pide al paciente, es una válida alternativa a los tratamientos farmacológicos.
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